El vínculo entre la energía y el cambio climático es muy fuerte. De hecho, ha sido el altísimo consumo de energías fósiles lo que ha provocado el calentamiento del clima que ya sufrimos y que seguiremos experimentando en las próximas décadas.
Desde el inicio de la era industrial, el consumo de energía proveniente de los combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas natural- ha ido en aumento. La sociedad, tal y como la conocemos hasta ahora, está basada en estas fuentes de energía y en ellas hemos basado nuestra economía. Pero la quema de los combustibles fósiles es la responsable de la producción de los gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global.
Aumento del nivel del mar, sequías cada vez más severas, fenómenos meteorológicos extremos, son algunas de las consecuencias del cambio climático y que ya se han empezado a manifestar. España, además, es uno de los países más vulnerables al cambio climático. El medio ambiente, la sociedad, la economía y, por tanto, el empleo, se verán afectados por el calentamiento global. Sin embargo, España se aleja cada vez más del cumplimiento del Protocolo de Kioto, el único acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático.
La única forma de detener el cambio climático pasa por cambiar nuestros patrones de consumo. Es imprescindible producir más con menos, aumentar la eficiencia energética de todos los procesos y sustituir el consumo de energías fósiles por renovables. Hacen falta políticas que incentiven el ahorro y la eficiencia energética. Ésta es la apuesta de Comisiones Obreras.