Sistemas agrícolas de secano y regadío
Las variaciones en las precipitaciones totales anuales y estacionales son uno de los aspectos más importantes a estudiar tanto en los sistemas de secano como en el diseño de los regadíos y planificación de riegos.
La demanda de agua tendrá que ajustarse a la disponibilidad de ésta. Con una cantidad escasa de agua disponible, se necesitarán diferentes variedades de secano y serán precisos riegos estratégicos en las épocas de más necesidad hídrica de los cultivos para conseguir estabilizar la producción.
Si se mantienen las mismas prácticas agrícolas, los ciclos de los cultivos se acortarán y las fechas de floración y madurez cambiarán, posiblemente adelantándose. En general, a pesar de que se necesita un grado mayor de especificidad de cultivos y de regiones en los estudios, los cultivos muestran un acortamiento significativo en el ciclo vegetativo.
En cuanto al consumo de agua de los cultivos, en un estudio concreto del maíz hay que resaltar la drástica reducción de la duración de su ciclo vegetativo y la disminución del rendimiento potencial que tendrá como consecuencia.
Sistemas de explotación ganadera
La variación en temperatura y precipitaciones que implica el cambio climático puede afectar a la ganadería de múltiples formas -en especial sobre la reproducción, el metabolismo y sanidad-. Estos efectos se concretan en dos parámetros: ingestión y bienestar animal.
- Ingestión: la disponibilidad de recursos forrajeros a lo largo del año cambiará, esto condicionará la ingestión y la rentabilidad de las explotaciones ganaderas. Si la temperatura ambiente sobrepasa el intervalo de bienestar del animal, la ingestión se verá reducida.
- Bienestar animal: un cambio en la distribución de las precipitaciones conllevará una menor cantidad de pasto, una menor carga animal (cabeza/ha) en sistemas extensivos y en sistemas intensivos afectará al grado de estrés de los animales y por tanto a la producción de éstos. En casos extremos se podría llegar a la muerte de los animales si éstos no pueden llegar a mantener su temperatura corporal.
Parásitos con fases en vida libre
Muchas de las enfermedades parasitarias se deben a artrópodos, fundamentalmente moscas, mosquitos y garrapatas, que dependen totalmente del clima ambiental para regular su ciclo biológico.
La situación de inviernos más suaves y con mayores precipitaciones implicará una menor mortalidad de las poblaciones de todos los parásitos, lo que se traducirá en un mayor número de individuos en primavera. Esta población afectará preferentemente a los animales jóvenes que realizan su primera salida a pastos en esta época y que tienen una inmunidad deficiente como consecuencia de la edad, lo que provocará pérdidas económicas sustancialmente mayores.
Otra consecuencia será una mayor carga parasitaria en verano, como efecto del alto grado de reproducción de los agentes patógenos durante la primavera. Además aparecerán poblaciones parasitarias en momentos del año en las que no son habituales.
Se producirá una modificación en la aplicación de medicamentos en momentos del año considerados hasta ahora óptimos para el tratamiento, pero no válidos bajo las nuevas características estacionales.
El elevado uso de tratamientos antiparasitarios que probablemente ocurra, provocará la respuesta de poblaciones de estos parásitos con un brusco incremento en la selección genética de las poblaciones sometidas a la presión. Frente a esta situación no se conocen las medidas más básicas para evitar su aparición ni para revertir la condición de la población parasitaria al estatus de sensibilidad.
Se puede producir una colonización de zonas nuevas, que antes estaban libres de un proceso parasitario o infeccioso dado. Zonas en las que ciertos parásitos son comunes dejarían de constituir un entorno adecuado para los mismos y se quedarían libres de ellos, y zonas que ahora están libres de estos parásitos se verán invadidas por ellos. Este cambio en el desarrollo de los parásitos supondrá una profunda variación en las pautas de pastoreo de los animales que no podrán ir a las zonas altas que hasta ese momento estaban libres de parásitos.