La inestabilidad en el suministro de agua de lluvia o riego no afectará de igual manera a todos los cultivos, por eso es necesario estimar sus necesidades de agua en el clima futuro y adelantar el grado de influencia de esta variabilidad de disponibilidad de agua.
Posiblemente, según vaya cambiando el clima será necesaria una transformación del manejo de los cultivos y del uso del suelo, hacia una mayor extensificación.
Otro factor al que los cultivos se muestran sensibles es a los sucesos climáticos extremos. El incremento de la frecuencia de años con temperaturas extremas, olas de calor o frío, y el aumento en la duración de estos sucesos afectarán a la producción de los cultivos y dificultarán la planificación de los sistemas agrícolas.
También se observarán cambios en la distribución y alcance de plagas y enfermedades, se necesitará una manera diferente de hacerlas frente, que aún no se conoce y que habrá que estudiar.
El control natural tradicional por las bajas temperaturas del invierno disminuirá y se necesitará una adaptación de las secuencias de los cultivos.
En cuanto a la calidad alimentaria, aunque no existen en la actualidad evaluaciones sobre cómo afectará el cambio climático, se cree que afectará a la totalidad de los productos alimenticios, principalmente por los cambios que habrá en los momentos de lluvias y por el lavado de nutrientes de la tierra y la bajada de la producción que traerá consigo en especial en zonas intensivas hortícolas de riego. Sí se conocen los efectos de las heladas y olas de calor sobre la producción y los productos agrícolas.