Sustituyendo las instalaciones y procesos existentes por las opciones tecnológicas más eficientes, se estima que los países desarrollados podrían reducir en un 25% la emisión de dióxido de carbono (CO2) para el 2025. Si esta sustitución se produjera en el momento de amortización de las inversiones, podría resultar rentable.
Los últimos estudios indican que el coste de las reducciones por eficiencia energética serían negativos en la mitad de los casos y que las reducciones de óxido nitroso (N2O) pueden lograrse a costes inferiores a 3 €/t de CO2 equivalente.
En cuanto a los gases fluorados, se estima posible reducir sus emisiones mediante medidas dirigidas a evitar las fugas, la recuperación y reciclado de dichos gases, así como por la utilización de otros compuestos alternativos
o tecnologías.
Como línea de acción encaminada a minimizar los efectos del cambio climático, sería muy conveniente estudiar las características climáticas de las zonas donde en la actualidad se ubican las plantas industriales para determinar los efectos adversos que se derivan de ese emplazamiento y se pueda estar preparados para enfrentarse a ellos