Medidas de reducción de emisiones

Según estudios del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), en los sectores residencial, institucional y comercial existen multitud de tecnologías y medidas que pueden mejorar la eficiencia energética en los edificios, tanto en los equipos que consumen energía –electrodomésticos, iluminación, calefacción y aire acondicionado–, como en materia de aislamiento y construcción bioclimática.

Las medidas aplicables a los edificios existentes en el sector residencial afectan especialmente a cuatro consumos:

  • calefacción: instalación de ventanas con doble acristalamiento, eliminación de barreras de radiadores, reparto de gasto individualmente,
  • agua caliente sanitaria: sustitución de calderas antiguas por otras eficientes energéticamente, inspección energética y ambiental de su funcionamiento,
  • electricidad en iluminación: sustitución de bombillas incandescentes por lámparas de bajo consumo
  •  y en electrodomésticos: reposición de los antiguos por nuevos más eficientes.

Las tecnologías de uso eficiente de la energía en el interior de edificios (con periodos de amortización para el consumidor de cinco o menos años) tienen el potencial económico de reducir las emisiones específicas de CO2 en un 20% para el 2010, mientras que para el exterior de los edificios -reduciendo la transferencia de calor- pueden alcanzar el 25% para el mismo año.

Para la eliminación de los desechos existen opciones técnicas que, en muchos casos, pueden aplicarse de forma rentable, reduciendo las emisiones entre un 30% y un 50% merced a la disminución de los desechos y la recuperación de los gases emitidos en los vertederos. Además, estos gases pueden usarse como fuente de energía, con lo que indirectamente se reduce el coste de su recuperación.

Para las aguas residuales existen técnicas de digestión anaerobia -que permiten quemar el Metano (CH4) para producir energía-, de gasificación u oxidación húmeda, etc., así como otras de secado para posterior incineración del desecho seco. Aunque la energía necesaria para secar los lodos implica un aumento neto de las emisiones.

Los últimos estudios indican que el 75% de las reducciones de CH4 pueden lograrse a costo negativo, mientras que el 25% restante lo sería a 5 €/t de CO2 equivalente.