La subida del nivel del mar debida a la expansión térmica del agua de los océanos y a la progresiva desaparición de los glaciares y casquetes polares, afectará especialmente a los sectores del Levante, Golfo de Cádiz, Delta del Ebro y zona costera de Doñana.
El desplazamiento de las temporadas motivado por la intensificación del período estival tendrá entre otros efectos una ampliación y una desestacionalización de la temporada. Puede ser que el período susceptible de ser aprovechado para vacaciones en las zonas costeras se alargue de mayo a octubre.
La diversificación de la demanda hacia zonas ahora más frescas, como el litoral norte, puede suponer el traslado el turismo de sol y playa a otras zonas. Pueden aumentar las visitas a espacios naturales protegidos.
Aunque el calor puede llegar a ser tan fuerte que España pierda su atractivo y la ventaja comparativa con otros destinos, al menos en las temporadas centrales del verano.
Para hacer frente al problema que ya existe hoy en día del abastecimiento de agua, podrá acudirse a la desalinización del agua de mar o al aprovechamiento de recursos subterráneos -aunque esta solución puede desembocar en una sobreexplotación y salinización de los acuíferos costeros que los hagan inutilizables-.
Sin duda, la solución al problema del agua es uno de los factores clave para el mantenimiento de gran parte de la industria turística en las costas españolas ya hoy en día y más en un escenario de cambio climático.