La obligación de destinar suelo urbano al aparcamiento de los vehículos de los trabajadores supone un coste adicional, especialmente en aquellos casos donde existe escasez de suelo o donde éste tiene un precio elevado.
Tanto en las zonas del centro de las ciudades donde se localizan multitud de empresas como en los polígonos industriales y empresariales se destina un importante porcentaje de
espacio y dinero al aparcamiento de sus trabajadores.
Un automóvil necesita al menos 20 m2 para estacionar y otro tanto para circular; resulta curioso cómo el espacio destinado al transporte de los trabajadores es mayor que el que ocupa un trabajador en su oficina.
Así, por ejemplo, en la Zona Franca de Barcelona, hasta donde diariamente acuden 43.000 trabajadores, de los que el 63% van en coche, se necesitan 541.800 m2 para estacionar los vehículos. Este suelo industrial tiene un precio monetario nada despreciable y que los empresarios cada vez tienen más en cuenta.