Se trata de una etapa previa a la puesta en marcha del plan; es el momento en que ya se ha detectado el problema, se valora su dimensión inicial, buscando alternativas viables para mejorar la situación de partida. Cualquier decisión que se tome en relación con la conveniencia de poner en marcha un Plan de Movilidad, debe contar con el consenso de todos los agentes implicados; sólo de esta forma podrá conseguirse en el futuro resultados exitosos en la mejora en la accesibilidad y movilidad. Para ello deberán realizarse reuniones entre la dirección de las empresas y los representantes de los trabajadores, intentando lograr una posición de consenso en relación a los problemas existentes y objetivos que se desean conseguir en el futuro. Una vez que se ha tomado la decisión, se pone en funcionamiento un plan.
El plan requiere una implicación directa de los agentes afectados directamente, ya que son las pautas de movilidad de las personas que diariamente acuden al centro de trabajo las que deben modificarse, y no se conseguirá el objetivo si la decisión no es consultada. La mejor fórmula es que los trabajadores y la dirección de la empresa participen desde el principio en la elaboración, desarrollo e implantación del plan. Para ello se convocará a directivos y trabajadores a través de los comités de empresa y los sindicatos.
Además, en esta fase se asignarán las responsabilidades, se crearán algunos mecanismos organizativos que permitan impulsar las primeras etapas del proceso con el suficiente nivel de rigor y conocimiento. Para ello se pueden plantear:
- Grupos de trabajo específicos (ciclistas, peatones, coche compartido, usuarios del transporte público, etc.).
- Se designará un coordinador de movilidad de la empresa, que será el principal responsable de la gestión y organización del plan.