La circulación de los vehículos supone la emisión de diferentes sustancias químicas, entre las que se encuentran los óxidos de nitrógeno (NOx), el anhídrido sulfuroso (SO2), el monóxido de carbono (CO), los metales pesados como el plomo y un conjunto de hidrocarburos gaseosos que se describe bajo el apelativo genérico de COV (Compuestos Orgánicos Volátiles). Aunque las emisiones de algunos de estos gases por vehículo se han reducido como consecuencia de la incorporación de catalizadores, sin embargo el aumento del tráfico viario y el uso de vehículos de mayor cilindrada están incrementando las emisiones en la mayor parte de los contaminantes.
No todos los medios de transporte participan en la misma proporción en la emisión de contaminantes; el vehículo privado es el que más contamina por pasajero/km en casi todos los gases, excepto en la contaminación por partículas, y sobre todo las micropartículas, características de los motores diésel que llevan los autobuses y que son especialmente peligrosas para la salud.
Los óxidos de nitrógeno (NOx) producidos por el transporte rodado contribuyen indirectamente al efecto invernadero, a la lluvia ácida y a la formación de ozono en la troposfera.
En el año 2004, el 55% del total de emisiones de NOx que se realizaron en España eran debidas al transporte rodado. El modo viario generó el 89% de todas las emisiones, siendo los vehículos de gasolina los responsables del 80% del NOx generado por el transporte rodado.
Los mayores volúmenes de sustancias tóxicas liberadas en el transporte rodado consisten en monóxido de carbono (CO). Estas emisiones proceden casi exclusivamente de los vehículos de gasolina, especialmente en las áreas urbanas.
En España, las emisiones procedentes del transporte suponen el 47,89% del conjunto de las emisiones de CO (1.144.191 tn en 2004). Del conjunto de emisiones del transporte, el tráfico viario generó el 98,91% de las mismas.
La emisión de compuestos orgánicos volátiles (COV) contribuye al aumento de la concentración de oxidantes fotoquímicos troposféricos. Estos compuestos proceden tanto de la combustión incompleta del carburante como de su evaporación en los motores de gasolina y estaciones de servicio. Las emisiones producidas por el almacenamiento de gasolina y su transporte desde los depósitos hasta las estaciones de servicio constituyen alrededor del 5% de las emisiones antropogénicas de estos compuestos. Los COV relacionados con el transporte suponen el 10,51% del conjunto de las emisiones. La contaminación generada por el tráfico viario supuso el 98,6% del conjunto de los COV generados por el sector del transporte.
Las partículas se asocian al funcionamiento de los motores diésel, que producen unas emisiones entre 30 y 70 veces mayores que los motores de gasolina; pueden permanecer suspendidas en el aire durante periodos de tiempo considerables, y contribuyen a la formación de neblina tóxica (smog).
Las contribuciones antropogénicas registradas a través de la red de vigilancia de calidad del aire de España para el año 2004 se cifraban en 31.263 Tn de Pm2,5, en 35.786 Tn de PM10, y 43.012 Tn de PST, siendo responsable el tráfico rodado el 95% de las emisiones en cada uno de las partículas.
El plomo (Pb), a pesar de haberse reducido considerablemente por unidad de vehículo y de combustible, al ser eliminado de las gasolinas, aún continúa creciendo y en el 2004 se registran 118.377 kg, en casi su totalidad (99,91%) este contaminante procede del tráfico rodado.
El ozono (O3) es un producto derivado de las reacciones fotoquímicas que tienen lugar entre los hidrocarburos y los óxidos de nitrógeno, cuya presencia en la atmósfera de las ciudades se debe esencialmente a los automóviles (60-80%).
Durante el año 2000 se superaron en el territorio español en 7.286 ocasiones los umbrales de contaminación por ozono en cuanto a la protección de la salud, y en 19.019 los de protección a la vegetación.
En general, las emisiones del creciente tráfico rodado deterioran la calidad del aire especialmente de las áreas urbanas, afectando a la salud de sus habitantes; según un reciente informe del Parlamento Europeo, el 90% de la población asentada en los núcleos urbanos está expuesta a niveles excesivos de contaminantes. La emisión de estos gases puede afectar a las funciones respiratorias y provocar otro tipo de alteraciones como el cáncer y patologías cardiovasculares. Según este estudio, la contaminación atmosférica genera una mayor tasa de mortalidad que los accidentes de tráfico.
La calidad del aire en el interior de los automóviles constituye asimismo una fuente enorme de preocupación, puesto que se demuestra que los niveles de contaminación que se generan cuando el tráfico es lento son mayores en el interior del vehículo que en el exterior. Los trabajadores que permanecen horas y horas en los atascos de ida y vuelta al trabajo son las principales víctimas de estas emisiones.
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