Es una de las herramientas más eficaces para modelar la movilidad de los trabajadores hacia prácticas sostenibles y seguras. Pero también la medida que mayores reticencias presenta entre los trabajadores. Siempre habrá que garantizar otras alternativas viables para el desplazamiento de los trabajadores.
En aquellos casos en que el aparcamiento sea un problema debido a la escasez de plazas o por los problemas de seguridad que pudiera ocasionar, se podrán negociar diferentes soluciones futuras en su gestión:
- Analizar la problemática, no sólo la de los automovilistas, sino cómo ese espacio puede servir para el conjunto de la plantilla, para usos de transporte y otros usos (espacio de estancia con ajardinamiento para descansar, aparcamientos para bicis protegidos, etc.).
- Hacer prioritarias las plazas para los trabajadores con discapacidad, los usuarios de coche compartido, aquellos usuarios que requieran la utilización del vehículo por necesidades de la actividad del propio trabajo, etc.
- Búsqueda de una rentabilidad financiera, en el caso de que todos los agentes implicados estuvieran de acuerdo (alquiler de plazas de aparcamiento fuera de la empresa o a los propios trabajadores), que revierta en mejoras para los otros sistemas de desplazamiento (incentivos económicos al coche compartido, financiación de otros modos, etc.).
Habría que adaptar los actuales estándares de estacionamiento en los nuevos desarrollos a los requerimientos de una menor demanda de movilidad en automóvil privado, de tal forma que se encontrarán en umbrales máximos que relacionará los empleos por hectárea en los polígonos industriales y empresariales con la capacidad de espacio de estacionamiento, no superando los 12-15 plazas por cada 100 empleos/ha. En este sentido, será necesario acompañar esta medida de otras que doten de suficientes servicios de transporte público el espacio productivo, de mejoras en las conexiones peatonales y ciclistas, así como en la aplicación de sistemas de coche compartido o rutas de empresa.