Amando García Rodríguez
Profesor Titular de la Universidad de Valencia
Laboratorio de Acústica
Departamento de Física Aplicada
En gran medida, la calidad de vida de los habitantes de los países más desarrollados está estrechamente relacionada con el progreso científico y técnico. Sin embargo, esta situación de privilegio entraña también ciertos aspectos negativos. El ruido ambiental que percibimos en la calle, en los centros de trabajo y en nuestros hogares es uno de dichos aspectos negativos.
En particular, todos los especialistas señalan que el ruido es posiblemente el factor medioambiental más extendido en los medios laborales. Aunque desgraciadamente todavía no disponemos en nuestro país de datos precisos sobre el número de trabajadores que están expuestos a niveles de ruido especialmente altos, algunas estimaciones apuntan a que entre 1 y 1,5 millones de trabajadores en distintos sectores de actividad están expuestos a niveles de ruido medios superiores a 80 dBA. Un estudio piloto llevado a cabo recientemente en diferentes países europeos (CEE) puso de manifiesto que los trabajadores españoles son los que más frecuentemente se quejan de una exposición a niveles de ruido elevados en sus puestos de trabajo.
En este sentido, el Real Decreto 1316/1989, de 27 de octubre, por el que se adapta a la legislación española a la Directiva 86/188 de la CEE, es una pieza fundamental para la protección de los trabajadores contra el ruido en los centros de trabajo. A pesar de sus limitaciones, este Decreto ofrece interesantes posibilidades de prevención y control sindical, que, en nuestra opinión, todavía están muy poco desarrolladas en la práctica.
La reducción de los elevados niveles de ruido existentes en muchos centros de trabajo se basa en la realización de actuaciones tan diversas como la modificación de los mecanismos más ruidosos en determinadas máquinas, el recubrimiento total o parcial de las máquinas ruidosas con paneles acústicamente aislantes, el montaje de las máquinas sobre soportes antivibratorios, la instalación de paneles absorbentes en las paredes o techos del local, la redistribución del espacio disponible (situando las máquinas más ruidosas en los lugares donde su influencia sea menor), etc. Los estudios técnicos de las soluciones más adecuadas para cada caso permiten resolver muchos de los problemas planteados con un coste económico muy asumible.
Los ejemplos prácticos que se recogen en esta publicación ilustran con gran claridad algunas de las actuaciones anteriormente citadas, en situaciones reales. En nuestra opinión, cuanto se recoge en este cuaderno puede contribuir a elaborar nuevas iniciativas en el mismo sentido, en la perspectiva de mejorar considerablemente las condiciones medioambientales existentes en los centros de trabajo de nuestro país.