Sistema cardiovascular y sangre: cuando los tóxicos afectan a las células de la sangre, el corazón y la médula ósea. Ejemplos: falta de oxígeno en sangre (hipoxia) por monóxido de carbono; descenso de leucocitos en sangre por daño de la médula ósea por cloranfenicol o leucemia por benceno.
Piel: los efectos pueden variar desde una irritación por contacto con p.ej. gasolina, hasta efectos severos como corrosión de la piel por contacto con hidróxido sódico, o el cáncer de piel por ingestión de arsénico o exposición al sol o a rayos ultravioleta.
Hígado, conductos biliares o vesicular biliar: con producción de diversas enfermedades como hepatitis química, cirrosis y cáncer hepático.
Sistema inmunitario: puede verse afectado de formas diversas. Por fenómenos de hipersensibilidad (alergia y autoinmunidad), de inmunodeficiencia o de proliferación incontrolada de células (linfomas).
Riñones: grandes volúmenes de sangre pasan por los riñones donde se filtran los tóxicos que pueden acumularse y dañarlos.
Sistema nervioso: los efectos pueden darse a nivel de sistema nervioso central (ej. metales tóxicos como el plomo y el mercurio) o en los nervios periféricos (ej. n-hexano).
Sistema reproductivo: en él se incluyen diversos efectos como la pérdida de libido, impotencia, infertilidad, aborto, anormalidades fetales, cáncer infantil.
Sistema respiratorio: que incluye las fosas nasales, laringe, faringe, tráquea y pulmones, puede verse afectado en todas estas estructuras. Los principales efectos son la irritación de las vías superiores y de los bronquios, asma, enfisema, pneumoconiosis, fibrosis pulmonar, alveolitis alérgica y cáncer.
Sistema endocrino: los efectos en este sistema pueden ser muy variado e incluyen cánceres: de mama, ovarios, próstata y testículos; endometriosis; reducción de la calidad del esperma y de niveles de algunas hormonas en hombres y mujeres expuestos. También, problemas de desarrollo, problemas de aprendizaje y disminución del coeficiente de inteligencia, etc. en los hijos de mujeres expuestas.