Era jardinera y estuvo expuesta a pesticidas sin protección

Una trabajadora  en huelga de hambre para defender su derecho a la salud

BERTA CHULVI
Este es el único camino que le ha quedado a Mari Carmen Quizà para llamar la atención de la sociedad sobre las causas y consecuencias de su enfermedad y sobre la situación de desprotección en la que se encuentra actualmente. Esta mujer de 48 años es jardinera y estuvo trabajando cerca de una década en un hotel de Fuerteventura. De una cuadrilla de hombres ella era la única mujer y la única que aplicaba pesticidas de manera cotidiana a las jardineras de las 200 habitaciones del hotel.

Tras tres años aplicando de forma intensa, es decir, todos los días de siete de la mañana a tres de la tarde, sin ninguna protección, productos que contienen sustancias neurotóxicas y disruptores endocrinos, Mari Carmen empieza a experimentar trastornos en la menstruación (sangrado constante), dolores por todo el cuerpo, una gran sensación de fatiga y el emperoramiento de afecciones cutáneas crónicas (soriasis).   La trabajadora acude a un ginecólogo y a varios médicos de cabecera que en ningún momento le preguntan por su ocupación o por situaciones de su vida cotidiana en la que pueda entrar en contacto con productos químicos.

La empresa nunca le informó de los compuestos químicos que contenían los productos que utilizaba a diario. Tampoco se le proporcionaba a la trabajadora ni mascarilla ni ningún equipo de protección individual que le evitara inhalar los vapores de los pesticidas. Mari Carmen empieza a observar que cada vez le cuesta más aplicar esos productos, sobre todo en horas de sol, y adopta dos medidas: exige a la empresa que le entreguen mascarillas adecuadas y plantea una reorganización horaria de su trabajo. De 9 a 10:30 aplica pesticidas y a partir de esa hora ya no aplica pesticidas hasta el día siguiente: “decidí que limpiaba las macetas un día y al día siguiente les aplicaba el pesticida- explica- y así conseguía  no fumigar con sol, que era algo que se me hacía insoportable”. “Yo notaba que en verano me ponía peor –explica la trabajadora- y ahora pienso que podría deberse al calor que incrementaba los vapores de los productos”.

En el trabajo, Mari Carmen es acusada de “debilucha”: “cuando pedía las mascarillas me decían que este trabajo era demasiado duro para mi, el resto de compañeros que eran hombres, no fumigaban como yo, sino que se dedicaban más a otras tareas. A mi me pusieron a arreglar las jardineras de las habitaciones porque era mujer, y no querían que en las habitaciones entraran los hombres. Se suponía que yo por ser mujer iba a tener más cuidado con todo y la verdad es que a mi me gustaba mi trabajo y trataba de que en las habitaciones no hubiera huella de mi paso por ellas” explica Mari Carmen.

A veces las camareras de piso del hotel se quejaban del olor que dejaban los pesticidas en las habitaciones que arreglaba María Carmen. Ese olor que para algunas era una molestia, para ella era el aviso del riesgo al que estaba expuesta. un aviso que  ella no sabía interpretar: “la primera vez que alguien me ha preguntado por los productos químicos con los que trabajaba ha sido ahora, hace apenas unos meses, cuando tras la huelga de hambre de 19 días que realicé a la puerta de la Seguridad Social, algunas asociaciones de afectadas han conocido mi caso y gracias a ellas he contactado con el doctor, Sergio Sánchez  Suárez, del Centro médico y de investigación, Canarias biomédica”. 

El caso es que una simple consulta a la base de datos sobre riesgo químico RISCTOX de ISTAS hubiera servido para identificar que muchos de los productos que utilizaba Mari Carmen sin protección ninguna en su trabajo tienen efectos neurotóxicos y de disrupción endocrina.

 

¿Qué productos utilizaba Mari Carmen Quizà en su trabajo?

 

Tras mucho pelear con la empresa, y poco antes de que cayera definitivamente enferma y pidiera la baja, Mari Carmen, consiguió que le entregaran mascarillas adecuadas: “la empresa estaba tratando de conseguir una certificación de calidad y entonces nos proporcionaron mascarillas y buzos adecuados, y colocaron a la vista de los trabajadores unas fichas con información de los productos”. Pero para ella ya era demasiado tarde: “cuando llegaron las mascarillas, yo que era una mujer fuerte, ya ni me podía ni levantar por las mañanas e iba a trabajar prácticamente drogada por los calmantes que me calmaban el dolor por todo el cuerpo. Pero los calmantes me dejaban zombi y me dormía por las esquinas”.

Pero este cuadro clínico no es suficiente para el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), que tampoco ha querido investigar el origen profesional de la enfermedad que padece Mari Carmen. A la trabajadora, un tribunal médico del INSS le ha dado el alta varias veces y ella ha perdido todas las demandas que ha interpuesto ante los tribunales contra las altas improcedentes del INSS. Desde 2009, su caso espera respuesta del Tribunal Superior de Justicia de Canarias y la trabajadora no cobra ningún subsidio.

Desesperada, Mari Carmen mantuvo una huelga de hambre de 19 días a las puertas de la Seguridad Social en Fuerteventura. Con esta trayectoria ha llegado hasta el sindicato, y el Gabinete Jurídico de CCOO y el Gabinete de Salud Laboral de Canarias están tratando de apoyarla para visibilizar el más que probable origen profesional de su enfermedad.

Tras mucho deambular por médicos y hospitales y tras un largo periodo de baja, a Mari Carmen le pusieron un diu con medicación para evitar que sangrara todos los días, la tuvieron que operar de unos quistes en el pecho y le diagnosticaron fibromialgia, radiculopatía, osteoporosis, artrosis y varias hernias degenerativas cervicales y lumbares que le obligan a caminar con bastón.

Ante este caso, Carmen Marrero Falcón, secretaria de Salud Laboral de CCOO Canarias señala la necesidad de visibilizar lo que está pasando:“El de Mª Carmen – afirma Marrero- es un caso más, de los muchos que se producen en España, respecto al mal uso que con demasiada frecuencia se hace de los productos químicos en el ámbito laboral. A través de productos fitosanitarios, como en este caso, a través de los productos de limpieza, desencofrantes, etc, en otros muchos casos. Estamos hablando de riesgos que pasan desapercibidos para los trabajadores y trabajadoras pero que están presentes prácticamente en todos los centros de trabajo”.

“A esta trabajadora hay que agradecerle –señala Mª Carmen Marrero– su fortaleza y que siga en la lucha para demostrar que el origen de sus dolencias está en el ámbito laboral. Ello nos hace valorar la necesidad que, como organización sindical, tenemos de dimensionar los riesgos que padece la clase trabajadora por el uso de los productos químicos. ¿Cuántos casos como éste existen? ¿Cuántas de esas dolencias son diagnosticadas como enfermedad común? ¿a cuántos y a cuantas afectadas se les reconoce como enfermedad de origen laboral?”. La Secretaria de Salud Laboral de CCOO Canarias considera prioritario visibilizar estos riesgos, sensibilizar a la sociedad y exigir a las empresas acciones preventivas que eviten casos como el Mª Carmen Quiza.

 

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